Tú sabes de mi lo que ni yo misma he sabido,
pero aún te falta conocer algo.
Hay dos puertas que no has abierto,
en una está lo que pienso y no digo,
por temor a que te vayas;
por estupidez, con vergüenza lo confieso.
Si la abres podrás ver una fuente de ilusiones,
un campo verde florecido de esperanzas,
respirando amor por todas partes,
una familia, la nuestra,
siempre en tiempos de bonanza,
con una sonrisa perpetua
cubiertos de fe y calma.
En la última puerta, ni yo misma sé
que diantres haya en ella;
si alguna vez hubo llave
o si por no usarla terminé por perderla.
Mas no soy la única que tiene una puerta cerrada,
pero si estás dispuesto a venir conmigo
al mundo de “para siempre”
algún día juntos podremos abrirla
o quizás, simplemente, olvidarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario