Dejé de escribirte
creyendo que habían huido las palabras,
que la inspiración simplemente se negaba;
¡y no!, siguen fluyendo las rimas,
continúan acosándome los versos,
insistes en arrancarme los suspiros,
en vivir mi vida a la par conmigo,
es sólo cosa de dejar volar mis dedos
sobre las teclas del computador.
Hay tanto escrito, que incluso
a veces me da miedo.
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