Ojos de felino, profundos y luminosos,
pupilas que desmoronan los sentidos.
Sonrisa fascinante y misteriosa,
que cual arma blanca filetea
las pretensiones de los hombres.
El roce de tus manos hipnotiza,
el fuego de tu beso los domina.
Tus frases, mentiras despiadadas
que intencionalmente doblega corazones.
Y una vez postrados a tus plantas,
absortos de tus bellísimas facciones,
sin piedad y con desprecio les mancillas,
te retiras para seguir alimentándote
con otras devastadas ilusiones.
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