2 de octubre de 2007

APOLOGÍA

No eres águila sólo por el plumaje,
decídete a emprender el vuelo
que las montañas sean para ti
nada más que el punto de partida
para que tus alas cubran de gloria al cielo.

Quién te dijo que las espinas,
aun clavadas en el corazón,
no tienen una misión en tu destino
pues cuando las heridas han pasado,
el músculo es cada vez más fuerte,
sin perder la sensibilidad
que en las rosas puedes hallarte
también si así lo quieres.

No temas dejar escapar una o mil lágrimas,
invariablemente tras la cortina de lamentos
es mejor el paisaje con ojos nuevos.
No bajes nunca la mirada,
un guerrero de la vida
siempre pisa firme y gallardo
cualquier tierra en que se encuentre.

No temas andar esta cruzada,
no estás solo aunque el espacio
parezca casi siempre desguarnecido.
Si no es mi mano, seguro otras,
estarán esperando ser tu consuelo
y algunos brazos ser tu abrigo.

No estás aquí por simple oficio,
quienes logran un alma
para encarnarse en este mundo
traen consigo la victoria
de ser desde entonces elegido.

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