En este pedazo de tierra
hay personas que al hablar
padecen halitosis, porque
hasta las más bellas oraciones
las vuelven putrideces.
Hay personas
que giran cegadas
por el rayo luminoso del poder,
y como girasoles
tuercen su antes erguido cuello
como pidiendo perdón a la hierba,
al helecho, al hongo,
cuando ese falso destello
los cubre con la negrura de su ausencia.
Hay personas
que hacen suyas las palabras de otros,
y buscan redimirse en reflexiones
que sólo alcanzan a retumbar
en las oscuras paredes
de su corazón umbrío,
porque en su interior no hay resplandor
alguno que las duplique.
Hay personas,
que en ésta y otras vidas
no pasaran de ser sanguijuelas,
habitando por siempre
el mismo minúsculo espacio de tierra,
como parte de la composta
que nunca alimentará a grandes seres.
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