Mi libertad es más que una visitante pasajera,
se ha vuelto una amiga de por vida,
me libra de prejuicios y de compromisos castrantes.
Desde niña la conocí, cuando ella también era cándida.
En mi adolescencia viajó a otros continentes,
más regresó para mis treinta.
A veces se tiñe el cabello de independencia,
o se cuelga los zarcillos del libre albedrío,
le encanta usar ropa de emancipación,
o el estilo loco de la indecisión.
Pero sigue siendo la misma,
simple, necia, inocente y fiel compañera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario