He concluido que Dios ha estado en deuda conmigo,
y como buen contribuyente va cubriendo
los segmentos de sus saldos, aún con intereses.
No blasfemo, lo contrario!.
Porque me ha permitido ser diferente
e ir sacando lo mejor de esa circunstancia;
porque me ha dado amor a manos llena
aunque muchas veces no he sabido,
o no he querido, mantenerlo a mi lado;
me ha dejado probar tendenciosamente
el sabor del triunfo y del fracaso,
allanando mi camino sin dejarlo
completamente plano.
Seguro que Dios me debe mucho,
sí me ha permitió tantas veces
morirme en tus labios;
sólo sé que extiendo mis manos y Él las llena
y por las noches me arrulla en sus brazos
como la hija prodiga,
que consiente de su pequeñez
solamente sabe amarlo.
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