1 de junio de 2008

PARA ESCRIBIR

Ya no quiero escribir de ti,
pero entonces la inspiración emigra,
las palabras se rehúsan a brotar,
a respirar mi aire y morir en mis sentidos.
Frente a mi hay cien hojas blancas,
más mis dedos permanecen entumidos,
hartos de esperar una señal de mi cerebro,
algún indicio de una oración,
para continuarlo en versos y poemas.
Recurriré de nuevo a historias robadas,
a fantasías deseosas de cobrar vida
en cualquier trozo de papel
o en la página Word de mi ordenador.

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