29 de diciembre de 2008

MONOGAMÍA

La infidelidad mora en mi casa
como objeto decorativo;
a veces cobra vida propia,
se infiltra en mis huesos
radica en mis venas
hasta que al lavarme los dientes,
la escupo.

Es más persistente que mi sombra,
ni en la oscuridad me abandona.
A las diez en punto entra en mi alcoba
para dormirse en mi regazo.

Pero cuando estás tú,
se siente temerosa,
se vuelve insociable;
agazapada en un rincón
muerde sus uñas,
te mira retadora, desafiante.
¡Cobarde!, bien sabe que tú no la miras
ni la escuchas.

Cuando amanezco entre tus brazos,
ella en el diván me ha velado.
Ilusa que no desiste,
tonta que no soporta
que por fin encontré lo que he buscado.

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