Te fuiste así, en silencio,
como todos quisiéramos dejar este mundo;
en algún nivel del sueño
tus ojos del alma hallaron su cielo,
la paz fue invadiendo tu rostro,
ese que callado dio su adiós
desde el impasible féretro.
Dejaste en este mundo, desconsuelo,
consternación, lágrimas muchas,
mutis en almas y cuerpos.
No es que sea un deseo,
pero la lógica dice
que los mayores van primero;
tú siempre voluntarioso
decidiste adelantarte para esperarnos
junto a los abuelos.
A una semana de tu deceso.
la vida sigue su curso
aunque a paso muy lento.
Qué frágiles somos,
qué vulnerable me siento.
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