Me besaste ayer, dices.
Más no recuerdo que pasara.
Sí, tus labios y mis labios se rozaron,
nuestros brazos eran cadenas
que liaban nuestros cuerpos;
en tanto tu aliento penetraba
hasta mis huesos.
Se apagó el cosmos por unos momentos;
en mis párpados tu sonrisa;
urgiéndose el sudor entre mis manos.
¿Me besaste ayer?
No recuerdo que pasara.
Pero prometo estar atenta
por si acaso el día de hoy
te animaras.
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