La vida está llena de contrastes,
polaridades evidentes
que se advierten al dar una hojeada
por las páginas del libro del destino.
La claridad y lo oscuro,
la verdad y la mentira,
el dolor y la alegría;
una lista infinita de antagónicos.
Para valorar y disfrutar lo uno
hay que pasar indudablemente por el otro,
mas vale no hacer morada en ninguno,
olvidarse del campo llano
y estar dispuesto a desafiar ciertas montañas.
Sin embargo, al final,
todo se resume a la pasión y al dolor;
al frenesí con que nos cobijamos
con edredones de nuestras propias mundologías,´
en cada movimiento de las manecillas;
al suplicio de aprender a vivir y a morir
como contrición
para poder reencontrarnos mortales,
incluso en nuestros paradigmas.
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