Parada en este camino inerte
plagado de oraciones rotas y sollozantes,
entre minúsculos rayos de sol
que esplendorosos
desgarran las últimas sombras de la noche,
cual plegarias enunciadas bajo un dogma.
Miles de rostros, ojos y voces
se fugan del baúl de mis nostalgias,
como aves heridas incapacitadas
para remontar su vuelo.
Mis pies hartos de hacer círculos
en esta arena caliente
que levanta pústulas tan dolorosas
que hasta el mismo corazón las padece.
El hada de la felicidad
comparte mi mano izquierda
con su paralelo de locura.
En la derecha …
trozo de plata y de luna
que refleja despiadada e inclemente
mi anverso taciturno.
Mi voz naufraga en un mar de silencio
esperando hallar razón
para salir de su destierro.
Reconozco entonces que estoy cansada
de este arduo viaje
en que desmenuzo metas y yerros
para marcar el camino hacia la cúspide,
y tras el ciclo, renacer sublime y afable
con los brazos abiertos.
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