Sé que al confesarte lo que estoy sintiendo
pueden acabarse los mañanas.
Porque tus ojos de lince
pueden cerrarse para mí;
tu voz no decir más retóricas;
tus pies dirigirse a otro espacio;
tus manos abiertas cerrarse en puños;
el sostén que me brindas negarse;
tu rostro colocarse una máscara
para que no vea su falsedad profana.
Puedes dejar un hueco tan grande
por donde podrían fugarse
todas mis ilusiones hasta entonces calladas.
Y si no tengo más utopías,
luego entonces no tengo mañanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario