20 de septiembre de 2013

PRESAGIO

Sentí tus manos tibias
enmarcando mi rostro,
me embriagué de tu aliento
y me bebí tu esencia en un beso.

Deslizaste tus manos,
haciendo caracolas en mi piel
provocando sensaciones locas
en todo mi cuerpo.

Busqué tus ojos ámbar
y me encontré en ellos,
tan incrustada en tu iris
que casi me dio miedo.

La Luna, amiga de siempre,
irradiaba luz tenue
sobre cada colina,
en cada caricia
que provocaba el deseo.

Un rayo de luz
encontró un escape
por un pliegue de la cortina
e interrumpió mi sueño.

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