Escuché a tu lengua hablar
antípoda de cielo e infierno,
Tu aura de luz azul infinita
fue mi dulce trampa.
Con ojos vendados
llegué a tus brazos,
tus labios fueron mi refugio
una tarde en que por fin
pude ver tus ojos pardos.
No hay secreto, ni hubo mentiras;
no hay reproches, sólo recuerdos.
Y te vas como llegaste,
Intenso y repentino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario