Tengo
una pequeña razón
de
escasos cincuenta y un centímetros,
de ojos
negros rasgados
que
contrastan con su piel nívea,
de barba
partida
y
pequeña nariz chata.
Tengo
una razón
que aún
juega con los ángeles,
lo sé
porque sonríe,
incluso
cuando duerme
aunque
todavía no divisa los colores.
Tengo
una razón
que se
gestó durante 39 semanas,
que se
acuna en mi pecho
e hizo
de mi alma su patria.
Tengo
una razón que no es la única
pero es
la que me impulsa a vivir
haciendo
las cosas mejor que ayer
dejando
huella de mis hechos
en su
mañana.
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