Tocaste mi alma de mil formas.
La tocaste con
tus ojos de arena,
arena en la que
hice castillos
para vivir
historias utópicas.
La tocaste con
tu sonrisa
tan franca y
diáfana,
halo de luz que
ilumina mis días
que pone mis
noches en vigilia.
Tocaste mi alma
cada vez que tu voz,
entraba por mis
poros
para cobijarse
en mi corazón.
Porque dejé que
mis lágrimas
encapsularan
sentimientos
que nutrían pañuelos
de papel.
Tocaste mi alma
y se desnudó en tus manos,
al quedar desnuda
tú y yo la ignoramos.
¿Qué haré ahora
con el alma confundida,
perdida y azorada?
No hay comentarios:
Publicar un comentario