Cuando no estás aquí
camino como vuelan las abejas;
no encuentro estrellas en mi noche;
y el aire no hace cometas
con mis ilusiones.
Mis manos entorpecen,
tropiezan con tu espacio vacío;
mi hueco gutural sólo te nombra,
el silencio me dispara dardos
envenenados de tu nombre.
Brotan mares por mis ojos
que contrariamente a la naturaleza
yacen con su cauce hasta tu recuerdo,
indeleble y perpetuo, afable y bondadoso.
El reloj parece estático,
como repudiando su oficio de medir el tiempo;
contagiando del mismo sentir al calendario
que parece alargar el día
para no hacerse marcas
en su diseño abocetado.
Si me miro en el espejo
no hay imagen de mi en él,
confirmo la sospecha
de que ni siquiera estoy en mi,
cuando no estás a mi lado.
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