29 de diciembre de 2008

CADA SIETE DÍAS

Quién puede entender mi locura,
si da la espalda a mi propia razón
si escapa a mis saberes.

Me confino a pensarte en el bies de cada minuto,
emerge así la mueca que imita a la luna,
como reviviendo aquella noche enlutada,
negreada por la amargura de perder dos almas
que juraron fidelidad a su seducción nocturna
y bajo sus ojos olvidaban su promesa.

Me asgo fuerte a tu olor, a tus manos,
a tu voz una vez a la semana,
porque con más, me empacho;
la rutina y yo, jamás hemos hecho rueda,
ni comparto con la costumbre un mismo espacio.

Por eso me llaman maniática,
más yo sé dónde encuentro mi equilibrio,
cómo nivelo mi balanza.
Cada siete días,
cada vez que lo permite el calendario.

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