Lo sabías desde el principio,
tu instinto te protegió de mis locuras.
Me mirabas por instantes con vehemencia,
mas en la esquina de algún escrúpulo
hacías limpieza para llenar tus pupilas de preguntas.
Te dabas sin hacerlo malversadamente,
fuimos los dos bordando falacias
en un lienzo virtual.
Al final recogimos la cosecha
noches de dejadez,
días de soledad,
una vida trivial
una despedida presagiada
una maleta siempre dispuesta.
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