Arribaste a mi vida
en medio de silencios y de achaques,
indicios ahogados que gritaban tu presencia.
Yo, como siempre, disociada de mi misma,
acaso prescindiendo de unos labios,
intentando hacer morada en una piel de nácar.
La pregunta femenina, hurgó en el calendario
la fecha que otorgara la respuesta,
hallé entonces vestigios tuyos en mi vientre,
en una prueba de farmacia
y la confirmación en la extracción de la sangre
que por milagro te daba vida.
No puedo aún describir las sensaciones,
al ver por primera vez un cigoto
en el trance de arraigarse o dejarse vencer.
La indisposición se hizo mi amiga momentánea,
pero persistente trastornando
mis haceres en acciones truncadas.
Hemos caminado juntos desde entonces,
tú en mi, yo en ti;
más que cómplices de vida.
Continua la espera,
mientras nuestras conciencias
se entrelazan compartiendo
la ilusión por el mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario