Aún no vienes,
sigues brincando en las nubes;
ensayas a quitarte las alas;
juegas con las estrellas,
correteas los cometas
y tus movimientos
se revelan caprichosos
en mi redondo abdomen.
Te he hablado tanto,
más no sé si reconozcas mi voz,
el calor de mi tacto en mi piel dilatada,
la canción que te canto
cada vez que trato de adivinar
la elección que hiciste
para tu apariencia
y los dones que el cielo te dio.
He elegido tu nombre,
con el significado
de lo que has sido hasta hoy,
esperando que su esencia te acompañe
más allá de donde pueda ir yo.
Esperemos venga pronto
ese soplo de Dios,
que te dé el milagro de vida
y a mí la gracia de tu presencia
una bendición más, señal de su amor.
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