En tus
ojos negros puedo apostar
y perder
mi vida,
si tus
manos tibias se asen a mi diestra
para
pedir que compartamos el camino.
Puedo
pasar horas mirándote
mientras
espero el momento
en que
despiertes de tu sueño.
Las
letras fluyen de tu boca
a
sabiendas que cada una
desgrana
mi corazón
y
deposita ilusiones mojadas
en la
comisura de mis ojos.
Cabalgas
por mi mente
con
sonrisa diáfana,
levantas
la espada de la pureza
para
derribar ejércitos de distancia.
Tu
recuerdo inunda al corazón
y has
ganado la victoria.
Soy tan
pequeña ante ti
porque
eres toda perfección
ángel
lleno de la gracia de Dios.
Por eso
te saciaré de besos toda la vida,
te
abrazaré hasta gastarse mis brazos,
correré
tras de ti y junto a ti
por
desiertos, estepas y llanuras;
combatiremos
juntos
monstruos
y leviatanes universales.
Te haré
reír tan sólo para que digas:
“mamá,
te amo”
y sienta
con ello que mi héroe
pone en
mi meñique todo el firmamento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario