Decidí partir,
cuando tus palabras no alcanzaban
para hilvanar mis sueños;
cuando tu indiferencia hizo de mi corazón
un alfiletero atiborrado;
cuando en lugar de buenas noches y buenos días,
había una prolongada ausencia;
cuando dejaste de ser quien pretendía
para ser abandono y orgullo,
para ser quien me dolía.
Decidí partir,
cuando tu boca perdió la sed por mi piel;
cuando dejamos de mirarnos a través de los recuerdos;
cuando la rutina empezó a frecuentarnos.
Decidí partir... aun sabiendo que no habría regreso.
Aun prediciendo la lenta agonía que me esperaba.
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